Confieso que durante mi corta existencia, uno de mis mayores retos ha sido generar una crianza efectiva (lo que sea que eso signifique) para mis hijos de 8 y 10 años. Asumo que es normal que las constantes—por no decir permanentes—dudas y/o hasta temores, sean un asunto ordinario para todos los que somos padres. Sin embargo y aun en ese océano de incertidumbres paternas, han sido mis propios hijos quienes han acentuado en mí, ese deseo de (a veces extinto por la cotidianidad) de seguir asombrándonos hasta de las cosas que pudieran parecer más insignificantes.
Hace unos días, le mostraba al mayor de mis morros, un video sobre Space X y sus numerosas misiones mediante las cuales pretende lograr los viajes interplanetarios; concentrado yo en utilizar un lenguaje claro y conciso para lograr que “me entendiera”, me interrumpió para preguntarme si esas misiones espaciales también lograrían llegar hasta UY Scuti; creo que mi reacción facial de ignorancia fue tal, que acto seguido me dijo: “si quieres pregúntale a Google”, a lo que preferí pedirle que me explicara el mismo, que era UY Scuti. Aún a su corta edad, me resulto sorprendente escuchar como logro clarificarme que UY Scuti es una estrella “mucho mas grandísima que nuestro sol, el cual a su lado es un pequeño punto rojo”.
En un férreo afán de seguir siendo educado por mi hijo, me abstuve de sacar mi teléfono celular para buscar información sobre UY Scuti y me mantuve atento a su rustica, pero potente explicación. Como un orgulloso miembro de la generación X y fiel al escepticismo de nuestra era, le dije con un aire “paternal” que no todo lo que se ve en el internet es cierto, por lo que habría que verificarlo, a lo que solo respondió diciéndome: “chécalo en Google, para que veas que es cierto.”
Con aparente normalidad, le dije que lo haría y cuando por fin lo hice, resulta que UY Scuti es: “…es una estrella supergigante roja , ubicada a 5900 años luz de distancia en la constelación de Scutum, la cual cuenta con un volumen 750 millones de veces mayor que el del Sol. Esta estimación implica que, si se situara en el centro del Sistema Solar , su fotosfera se extendería más allá de la órbita de Marte o incluso del cinturón de asteroides.”
Ignoro si la excitante apuesta de Space X sobre la vida interplanetaria tendrá éxito—aunque he de decir que la tenacidad y necedad de su fundador me obligan a apostar a su favor—tampoco sé si nuestra especie lograra desarrollar marte, como lo pensó Bradbury en Crónicas Marcianas en los lejanos años 50’s.
De lo único que puedo (o más bien quiero) tener certeza, es que si el ser humano mantiene viva la capacidad de seguirse cuestionando permanentemente, llenando su vida de constantes “por que’s?” quizás el nieto de mi hijo, algún día, desde Marte, será parte de la expedición que viaje desde el planeta rojo hacia UY Scuti, logrando así extender el alcance de aquellos humanos, que habiendo salido de un “punto azul pálido”, seguirán explorando el universo infinito.

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